Uno de los mayores acontecimientos del siglo XX, sin duda, fué la inauguración, el 20 de diciembre de 1927, de La Coupole.
Se levantaba en el 102 del Boulevard de Montparnasse, en el antiguo emplazamiento de un almacén de madera y carbón, último vestigio del antiguo Montparnasse.
Sus propietarios, René Lafon y Ernest Fraux, insistieron -para espanto del arquitecto- en que el techo de las salas tuviera al menos cuatro metros de altura, para evitar que el local se llenara de humo, como ocurría en el Dôme.
Los propietarios de los restaurantes más cercanos pensaban que estaban locos al abrir un local tan grande en Montparnasse.
El día de la inauguración se encargaron 1500 botellas de champan de la marca Mumm que, a medianoche, ya se habían agotado, diez mil canapés, tres mil huevos duros, mil pasteles fueron devorados esa noche por cientos de invitados, entre los que se podía ver a Jean Cocteau, a Foujita, a Blaise Cendrars...
En palabras del propio Lafon: "el mismo día de la inauguración, en Montmarte ya se sabía que La Coupole había abierto sus puertas".
La Coupole fué más que un café. Tenía restaurante y una sala de baile en el sótano. Su bar- y su barman, Bob Lodewyck- llegó a ser legendario y la sala interior de cinco metros de altura, decorada por Solvay, reposaba sobre pilares decorados por Kisling, Léger, Marie Vassilieff ...
(En la imágen de la izquierda: pilar de La Coupole, pintado por Marie Vassilieff)
(En la imágen de la izquierda: pilar de La Coupole, pintado por Marie Vassilieff)
(Abajo: fotografía de La Coupole. En la farola se anuncia, todavía, la antigua carbonería)
Artículo publicado por Mercedes García Bravo en "Entre cuadros: acciones, distracciones y atracciones"
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